sábado, 24 de diciembre de 2011

Lo único que quiero por Navidad, eres tú.

Me senté en el sofá, con el portatil en las rodillas, y una chocolatina de Navidad en la mano. Alcé la vista para ver a mi familia, sentados alrededor del árbol, riendo y contándose anécdotas de años anteriores. Quería unirme a ellos, pero no tenía ganas de reír. Sólo pensaba en lo lejos que estaba de ti, y mientras, veía tus fotos.
Vaya tortura, estar a tanta distancia y que tú ni si quiera estés pensando en mí. Quizás en otra chica. Quién sabe. Me rallo. Te quiero. Me prometí a mí misma que no lloraría en Navidad, pero aquí está. La primera lágrima. Desgraciada que soy,  ¿otra vez voy a llorar por él?  ¿Es que no he llorado suficiente?
"Soy imbécil", pensé. Pero no hice nada para dejar de llorar. Estaba a quince metros de mi familia, así que no se dieron cuenta. De sus ojos también salían lágrimas, pero de tanto reírse, y seguían con sus historias, echando fotos y escuchando las divertidas canciones cantadas por Frank Sinatra, cada uno con su copa de Sherry. Se acerca la hora de cenar, y después, acostarse para que a la mañana siguiente aparezcan los sacos llenos de regalos. Parece un momento feliz, pero para mí no lo es. Tú superas cualquier regalo que me puedan hacer. Quiero estar a tu lado, pero no puedo.

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