viernes, 16 de diciembre de 2011

Rutina diaria.

Estaba sentada en la calle, esperando a que viniera el autobús. Saqué de mi bolso esos folios en los que he escrito tantas cosas sobre ti. 
Veía a la gente que pasaba a medio metro de mí, pero no les prestaba atención. 
Tenía los cascos puestos, y escuchaba esas dos canciones que tanto me recuerdan a ti, una y otra vez. De pronto, noté como se me nubló la vista, y calló una lágrima de mis ojos, que aterrizó en los papeles que tenía en la mano. Pensé, "Joder, ¿por qué lloro? Esto ocurrió hace más de un año". Pero aún así lo recuerdo todo, cada detalle, y al recordarlo no puedo evitar derramar lágrimas.
Ninguna relación posterior me ha durado mucho, y acabé dándome cuenta del por qué de eso. Sigo enamorada de ti, por quien tanto sufrí el año pasado. Y es que, cuando se ama a alguien, se queda en el corazón para siempre.
Llegó mi autobús. Me subí, pagué y me senté. Todavía escuchaba esas dos canciones. No me canso, nunca me cansaré de oírlas. Seguí llorando, e intenté disimular en silencio. Miré por la ventana, mientras que lo único que estaba en mi mente eras tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario